lunes, 5 de julio de 2010

Manuela representa a la mujer Latinoamericana

Caracas, 05 Jul. AVN.- “Manuela Sáenz representa a la mujer latinoamericana, porque fue una luchadora, se vestía como hombre para combatir junto a las tropas del ejercito, salvó la vida de Bolívar en más de una oportunidad. Fue una mujer que se entregó por completo a la causa revolucionaria e independentista”.

Así lo expresó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, durante el discurso que pronunció en el Panteón Nacional, con motivo del traslado de los restos simbólicos de Manuela Sáenz a este recinto para que descanse para siempre al lado de su gran amor: Simón Bolívar.

Destacó que conocer la historia de Manuela es esencial para conocer la época de la mujer en una sociedad que comenzaba a nacer y a construir su propia historia, una llena de libertades.

En ese sentido, el Dignatario ecuatoriano narró parte de lo que fue la vida de esta heroína de la independencia.

“Manuela quedó huérfana de madre al nacer, por lo que fue entregada por su padre al convento de la monjas conceptas, debido a la moral de la sociedad de la época, que la catalogó como hija ilegítima. Ahí aprendería ingles, francés a bordar y tal vez estando ahí ya apoyaría la causa independentista. Seguramente en 1809 saltó en su cama para celebrar el intento de independencia de Ecuador o quizás un año más tarde lloró cuando el pueblo fue masacrado con la vuelta de los realista al poder”, expresó.

Agregó que la Libertadora del Libertador siempre mostró su interés por la política, por la lucha independentista, por lo que el Gran San Martín, luego de tomar Lima en 1821, la condecora un año después por los servicios que prestó a la Independencia de ese país con el título de la Caballeresa del Sol, con una banda blanca y encarnada con una pequeña borla de oro y una medalla cuya inscripción decía: Al patriotismo de las más sensibles.

Correa señaló que la historia siempre ha querido mostrar a Manuela como una mujer inmoral, a la que no le importaba decir abiertamente el romance que tenía con Bolívar, aún estando casada, por lo que reiteró lo importante que es hoy rescatar su historia.

“Hoy tenemos el deber de rescatar su historia, de limpiar su nombre, porque Manuela consagró su vida a la lucha de la Independencia de América Latina junto con Bolívar, Antonio José de Sucre, San Martín”, indicó.

Agregó que Manuela vive en la conciencia de todos los latinoamericanos, en cada uno de los ciudadanos que celebran el Bicentenario y que ayudan en la construcción de una patria grande.

Destacó que Manuela representa además a todas las mujeres anónimas que participaron en la gesta libertadora y que con su sangre, su sudor, su heroísmo, contribuyeron a crear una sociedad libre.

Expresó que no hacen falta tener los restos mortales de Manuela para poder honrarla porque ella está y vive en cada uno de nosotros, porque representa la dignidad de los pueblos.

Dijo que el reconocimiento a la heroína se pone en práctica cuando se reconoce la labor de las mujeres y cuando se les brinda tranquilidad a sus hijos.

“Cuando damos incremento salarial a las madres, cuando le brindamos a los niños la oportunidad de estudiar, cuando le damos ayuda técnica para las madres que tiene niño con discapacidad, cuando las reconocemos y las valoramos, estamos reconociendo los logros de Manuela”, manifestó.

Desde que se Manuela y Bolívar se conocieron en Quito, ella lo dejó todo por el Libertador, abandonó a su esposo, su familia, no le importó que la criticarán o la señalarán. Para ella Bolívar y la independencia se convirtieron en su prioridad.

Manuela siguió a Bolívar en sus viajes, lo atendió en sus enfermedades y lo ayudo en sus trabajos, por lo que traer sus restos aunque sean simbólicos significa saldar una deuda que tenían el país con ella.

Después de la muerte de su amado, La Libertadora fue desterrada y debió vivir en la pobreza olvidada en un pequeño pueblito pesquero del norte de Perú, llamado Paita, donde recoge perros y los bautiza con los nombres de los que creen no fueron fieles a Bolívar, hasta que muere de difteria, el 23 de noviembre de 1856, como recordó Correa.

Sus restos son arrojados a una fosa común, su casa y sus cosas son quemadas pero algunas cosas lograron ser salvadas, entre ellas algunas cartas.

Al fin el pedido que fuera escrito por Manuela en una de sus cartas se cumplió: "Ven para estar juntos, ven" y aquella promesa "te alcanzaré pronto mi amor" se cumple y la justicia brilla al fin.

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