El nuevo Plan Colombia:
Por: Juan Eduardo Romero*
Fecha de publicación: 23/11/09
El anuncio de la instalación de un conjunto de bases militares en territorio colombiano, con el apoyo, presencia y asesoría norteamericana no debe ser visto en forma descontextualizada. Toda la dinámica obedece a un marco general, que se ubica en el denominado Proyect for The New American Century (PNAC) o Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, formulado en 1992, esencialmente por dos (2) personajes muy destacados en el gobierno de George W. Bush: Paúl Wolfowitz y Donald Rumsfeld. En él se identificaban los retos para la Seguridad y Defensa de los EEUU en los inicios del siglo XXI, haciendo hincapié en la necesidad de obtener un mayor control sobre las fuentes abastecedoras de petróleo a la economía y la industria norteamericana.
De tal forma, que el PNAC identificó las prioridades a desarrollar por la política exterior norteamericana en los años finales del siglo XX y principio del XXI. Entre las acciones del PNAC, se estableció la necesidad de fortalecer los lazos estratégicos con países latinoamericanos, impulsando al mismo tiempo proyectos de integración económica. El lapso comprendido entre la formulación del PNAC y su configuración estratégica en el gobierno de George W. Bush, sirvió para hacer una propuesta mucho más ambiciosa, que derivó en la pretensión de obtener una hegemonía política, militar y económica en todo el contexto mundial. Los acontecimientos que terminaron con los sucesos del 11 de septiembre de 2001, le otorgaron a los EEUU la excusa perfecta para adelantar la completa implementación de los postulados del PNAC.
La geopolítica de los EEUU insistió en la preponderancia militar y la asociación estratégica con los denominados “estados tapón” o “estados de contención”, ubicados en espacios estratégicos-territoriales considerados claves para los intereses de los EEUU. En este marco, es que surge la propuesta de ejecución del Plan Colombia, inicialmente planteado y desarrollado entre 1998-2007, que incluyó – en función del logro de los objetivos de fortalecimiento militar-estratégico de los EEUU en la región- la instalación, entrenamiento y equipamiento de nuevos grupos de combate en las fuerzas armadas colombianas. Militarmente se tradujo en: 1) instalación y puesta en funcionamiento de cinco (5) radares en zonas diversas de Colombia (Isla de San Andrés, Riohacha, Vichada, San José de Guaviare y Leticia), 2) conformación de Brigadas de Acción Rápida (BAR) destinadas a movilizar un conjunto de efectivos militares con gran poder de fuego y acción contrainsurgente y 3) reforzamiento de bases militares ubicadas en Tres Esquinas (Putumayo, frontera con Ecuador) y Tolima. Detrás de toda la excusa de la lucha contra el narcotráfico se encuentran jugosos contratos económicos coordinados por empresas transnacionales norteamericanas tales como DynCorp (entrenamiento de militares y policías), Lockheed Martin (radares y mantenimiento aviones), Bell Helicopter Textron (venta y mantenimiento de helicópteros Blackhaw), Sikorsky Aircraf (equipamiento y venta helicópteros de combate), que han permitido que Colombia incremente su capacidad militar y su poderío de reacción ofensiva, creando serios desequilibrios estratégicos en Sudamérica.
Todo ese soporte militar le ha permitido a Colombia obtener una situación privilegiada, desde el punto de vista estratégico, en consonancia con el diseño de la política exterior de los EEUU, en nada modificada con la toma de posesión de Barak Obama.
En todo ello, se encuentra el tema petrolero: los EEUU han intervenido dos (2) (Afganistán e Irak) de las tres (3) reservas mundiales de petróleo. Se trata de una discusión tendiente a disminuir el peso que tiene el elemento petróleo sobre la denominada diplomacia petrolera del gobierno de Hugo Chávez. En la lógica del aparato estratégico de los EEUU se pretende “contener” el peligro que la experiencia venezolana genera a las pretensiones hegemónicas. Por ello, una política de cercado de esa “amenaza” tiene como principal pieza del juego militar a Colombia. En ese contexto, el tipo de alianza propuesto desde UNASUR adquiere mayor peso pero al mismo tiempo mayor peligrosidad para el binomio poder militar-grupos económicos, que interactúan con el aparato institucional norteamericano.
En la actual situación, donde la estrategia de los EEUU se ha tornado más agresiva a través del gobierno de Álvaro Uribe, nuestro subcontinente se encuentra sometido a más presiones de las acostumbradas, y en esa dinámica los mecanismos de fortalecimiento democrático y confianza mutua cobran mayor sentido.
*Historiador
Juane1208@gmail.com
http://www.aporrea.org/tiburon/a90537.html
Peligros para América Latina
Por: Juan Eduardo Romero*
Fecha de publicación: 23/11/09
El anuncio de la instalación de un conjunto de bases militares en territorio colombiano, con el apoyo, presencia y asesoría norteamericana no debe ser visto en forma descontextualizada. Toda la dinámica obedece a un marco general, que se ubica en el denominado Proyect for The New American Century (PNAC) o Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, formulado en 1992, esencialmente por dos (2) personajes muy destacados en el gobierno de George W. Bush: Paúl Wolfowitz y Donald Rumsfeld. En él se identificaban los retos para la Seguridad y Defensa de los EEUU en los inicios del siglo XXI, haciendo hincapié en la necesidad de obtener un mayor control sobre las fuentes abastecedoras de petróleo a la economía y la industria norteamericana.
De tal forma, que el PNAC identificó las prioridades a desarrollar por la política exterior norteamericana en los años finales del siglo XX y principio del XXI. Entre las acciones del PNAC, se estableció la necesidad de fortalecer los lazos estratégicos con países latinoamericanos, impulsando al mismo tiempo proyectos de integración económica. El lapso comprendido entre la formulación del PNAC y su configuración estratégica en el gobierno de George W. Bush, sirvió para hacer una propuesta mucho más ambiciosa, que derivó en la pretensión de obtener una hegemonía política, militar y económica en todo el contexto mundial. Los acontecimientos que terminaron con los sucesos del 11 de septiembre de 2001, le otorgaron a los EEUU la excusa perfecta para adelantar la completa implementación de los postulados del PNAC.
La geopolítica de los EEUU insistió en la preponderancia militar y la asociación estratégica con los denominados “estados tapón” o “estados de contención”, ubicados en espacios estratégicos-territoriales considerados claves para los intereses de los EEUU. En este marco, es que surge la propuesta de ejecución del Plan Colombia, inicialmente planteado y desarrollado entre 1998-2007, que incluyó – en función del logro de los objetivos de fortalecimiento militar-estratégico de los EEUU en la región- la instalación, entrenamiento y equipamiento de nuevos grupos de combate en las fuerzas armadas colombianas. Militarmente se tradujo en: 1) instalación y puesta en funcionamiento de cinco (5) radares en zonas diversas de Colombia (Isla de San Andrés, Riohacha, Vichada, San José de Guaviare y Leticia), 2) conformación de Brigadas de Acción Rápida (BAR) destinadas a movilizar un conjunto de efectivos militares con gran poder de fuego y acción contrainsurgente y 3) reforzamiento de bases militares ubicadas en Tres Esquinas (Putumayo, frontera con Ecuador) y Tolima. Detrás de toda la excusa de la lucha contra el narcotráfico se encuentran jugosos contratos económicos coordinados por empresas transnacionales norteamericanas tales como DynCorp (entrenamiento de militares y policías), Lockheed Martin (radares y mantenimiento aviones), Bell Helicopter Textron (venta y mantenimiento de helicópteros Blackhaw), Sikorsky Aircraf (equipamiento y venta helicópteros de combate), que han permitido que Colombia incremente su capacidad militar y su poderío de reacción ofensiva, creando serios desequilibrios estratégicos en Sudamérica.
Todo ese soporte militar le ha permitido a Colombia obtener una situación privilegiada, desde el punto de vista estratégico, en consonancia con el diseño de la política exterior de los EEUU, en nada modificada con la toma de posesión de Barak Obama.
En todo ello, se encuentra el tema petrolero: los EEUU han intervenido dos (2) (Afganistán e Irak) de las tres (3) reservas mundiales de petróleo. Se trata de una discusión tendiente a disminuir el peso que tiene el elemento petróleo sobre la denominada diplomacia petrolera del gobierno de Hugo Chávez. En la lógica del aparato estratégico de los EEUU se pretende “contener” el peligro que la experiencia venezolana genera a las pretensiones hegemónicas. Por ello, una política de cercado de esa “amenaza” tiene como principal pieza del juego militar a Colombia. En ese contexto, el tipo de alianza propuesto desde UNASUR adquiere mayor peso pero al mismo tiempo mayor peligrosidad para el binomio poder militar-grupos económicos, que interactúan con el aparato institucional norteamericano.
En la actual situación, donde la estrategia de los EEUU se ha tornado más agresiva a través del gobierno de Álvaro Uribe, nuestro subcontinente se encuentra sometido a más presiones de las acostumbradas, y en esa dinámica los mecanismos de fortalecimiento democrático y confianza mutua cobran mayor sentido.
*Historiador
Juane1208@gmail.com
http://www.aporrea.org/tiburon/a90537.html
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